martes, 25 de octubre de 2016

EL SAMURAI ERRANTE

El anciano del bastón de cáñamo avanzó sobre la mojada hierba de la estepa de la ciudad de Yun , lentamente y en silencio, el singular ambiente de la época de invierno hacía que sus pasos sobre el rocío resonasen produciendo un extraño eco. Se detuvo delante del portón de madera de la casa de Yago y tocó cuatro veces. La puerta se abrió y el borracho morador asomó la cabeza , sonriendo al anciano e invitándole a pasar.

El itinerante invitado arrastró el pesado bastón por la losa que hacía las veces de escalón y accedió a la vivienda, sentándose junto a un fuego que crepitaba en la vieja chimenea de mármol de la vieja casa. El borracho Yago le ofreció un trago de vino que el anciano consumió casi por completo en seguida dejando el vaso casi vacío, y a cambio comenzó este a contarle la historia de un antiguo samurái que marchó a batallar , dejando sola a su mujer embarazada en su choza de un recóndito paraje de la isla de Okkaido.

El samurái salió victorioso de la batalla, logrando asesinar a una docena de enemigos , soldados mercenarios del ejército Wang que le habían tendido una emboscada. Sin embargo su pericia logró salvarlo , quedando eso si , herido en uno de sus brazos. Debido a su valor le fue entregado un título honorifico a su gran valor por parte del gobernador del pueblo que había requerido de sus servicios . Cuando se disponía a regresar a su casa , comprobó que los traicioneros parajes boscosos de la zona le habían jugado una mala pasada y habían cambiado su aspecto para que este se perdiese y no supiese regresar de nuevo a su casa junto a su mujer.

Comenzó además un temporal que dificultó aún mucho más la orientación del samurái , quien comenzó a dar vueltas en círculos pisando el terreno fangoso de los humedales sin vida que abundaban por el lugar

Cuando finalmente llegó a su casa, su esposa se había suicidado al pensar que este la había abandonado. El caballero samurái , preso de la profunda pena , se practicó el sepukku con su katana . Y desde entonces el fantasma del caballero puede verse vagando por los humedales del lugar, deambulando y con el rostro sumido en un gesto de dolor.


Antes de dar un respingo, el borracho Yago se llenó un último vaso de una jarra de sake que había por un lado de la mesa y pegó un cabezazo sobre la misma antes de caer completamente borracho. Por su parte , el anciano del bastón apesadumbró su gesto , acabó su bebida y se levantó pesadamente y se marchó por la puerta, caminando despacio , muy despacio , hasta que su figura de desvaneció en el aire confundiéndose con las neblinas que flotaban en el aire del solitario paraje..

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