Fredy subió la cuesta con enorme dificultad. Eso de pillar costo a las 4 de la tarde bajo el sol de agosto no era la mejor idea. Pero era la forma de trabajar de Armando, su camello de confianza.
-"A esas horas los municipales suelen estar demasiado cansados , y la Guardia Civil no aguanta patrullar con esa temperatura. Así que se hacen los remolones y se quedan en una cuneta con el aire acondicionado del coche a tope, fingiendo que están haciendo un control, o algo así.."-
La teoría de armando es que el ser humano es vago por naturaleza, y no le falta razón...
El sol calentaba hasta los huesos, y Fredy refunfuñaba cosas ininteligibles mientras trataba de llegas al "Descampado del Santo" , el lugar en donde siempre solía quedar con Armando.
Cuando tras llegar allí vio que aún no había llegado Fredy se extrañó.. Quedó mirando al suelo unos instantes para volver a levantar la mirada y echar un vistazo a su alrededor. No había nadie.
"Es raro que Fredy no sea puntual... Algo jodido ha pasado. "
Fredy dio media vuelta y caminó con dificultad por el pedregoso suelo del lugar. De pronto atisbó lo que parecía un coche patulla subiendo por la cuesta y acercándose hasta su situación. Miró al suelo con disimulo y siguió caminando.
Trató de cruzar la alambrada que daba al monte , junto a la zona de urbanizaciones de chalets, pero uno de los agentes ya había salido del coche y le daba el alto mientras se acercaba a él con paso decidido.
-"Buenas tardes, ¿Me permite su Documento nacional de identidad?"-
-"Pues verá , señor guardia... Ahora mismo no lo llevo encima"-
El agente de la autoridad competente le miraba tras sus gafas de sol con gesto serio, bajó la cabeza y desvió su mirada por encima de las oscuras lentes. Su gesto impasible cambió de pronto cuando se fijó en el brazo derecho de Fredy. Este se dio cuenta de que algo que tenía en su brazo llamaba la atención del Guardia y se miró el brazo.. para darse cuenta de que tenía aún la jeringuilla de la noche anterior colgando de la parte superior del antebrazo, con la aguja atravesándole la vena firmemente.
Fredy se apresuró a retirarse la aguja del brazo, y al extraerla un pequeño chorro de sangre manó con rapidez cayendo sobre las piedras del suelo. El Guardia miró a Fredy con gesto de estupefacción y Fredy le devolvió un gesto de lamento risueño lo más sincero y simpático que le fue posible encajar.
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